Última de las vitaminas de grupo de las liposolubles, la vitamina K ayuda a la coagulación de la sangre. Por tanto permite evitar hemorragias, además ayuda disminución de la calcificación arterial.
Existen dos tipos de vitamina K: K 1 y K 2.
Vitamina K1
También conocida como filoquinona o fitomenadiona, la vitamina K1 la descubrió por el científico Henrick Dam en 1929. Esta vitamina está implicada en la coagulación de la sangre, sin ella podríamos sangrar hasta fallecer tras un simple tajo. A diferencia de otras vitaminas liposolubles (vitaminas A, D o E) nuestro cuerpo no almacena altos niveles de vitamina K1 en los tejidos, pero por suerte, el cuerpo tiene un mecanismo que la recicla, por lo que las necesidades dietéticas de esta vitamina son de bajas cantidades.
Las fuentes de vitamina K1 son las verduras de hoja verde como las espinacas, acelga, brócoli, coles y lechuga, asimismo encontramos de K1 en algunas frutas como los kiwis. pero en pequeñas cantidades.
Vitamina K2
El organismo emplea la vitamina Vitamina K2 para mover el calcio hacia los huesos y otras partes del cuerpo.
En su descubrimiento en 1940 se observó que en algunos animales que comían mucho pasto la Vitamina K2 era muy abundante, lo que reveló a los investigadores que en estos animales, la vitamina K2 se formaba a partir de la Vitamina K1.
Esta revelación dio paso a la suposición que en las personas sería idéntica, si los animales pueden producir K2 partiendo de K1, en el hombre también. Pero humanos transformamos tan solo una pequeña cantidad de K1 en K2, insuficiente como para prevenir las carencias de Vitamina K2
A diferencia de la vitamina K1, la K 2 no se recicla en el cuerpo, y se crea por tanto una necesidad diaria de dicho nutriente. Lo significa que debemos que obtener la vitamina K2 directamente de nuestros alimentos o complementos de alta calidad.
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